Con la llegada del frío y la humedad en la época invernal, nuestros compañeros pueden comenzar a sufrir más molestias en articulaciones. Por ello es muy importante realizar revisiones periódicas y chequeos geriátricos, para detectar estos signos de dolor y molestia que pueden a veces ser muy sutiles, sobre todo en los pacientes felinos.
¿Pero cómo afecta la bajada de temperatura y la humedad a las articulaciones?
Como hemos comentado anteriormente, la llegada del invierno puede agravar los síntomas de las patologías articulares, poniéndose de manifiesto cojeras, reticencia al paseo y pérdida de movimientos.
- El frío incrementa la viscosidad del líquido sinovial. Esto provoca una mayor fricción y rigidez de las superficies de los huesos entre sí y por tanto un mayor dolor.
- El frío también produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos, reduciendo el aporte de oxígeno y la llegada de nutrientes a las articulaciones, lo que provoca un menor drenaje de radicales libres y sustancias de deshecho.
- La reducción de la presión atmosférica provoca una expansión del líquido sinovial, incrementando la presión dentro de la articulación lo que se traduce en mayor dolor.
¿Cómo podemos ayudar?
- Lo primero y más importante es nutrir y cuidar las articulaciones desde edades tempranas en animales de gran tamaño, y en el resto cuando alcanzan su etapa madura, tengan síntomas visibles o no.
- Cómo realizamos esta nutrición, aportando una dieta de buena calidad, rica en proteína para favorecer el mantenimiento y formación de tejido muscular, buena proporción de ácidos grasos, y suplementando con condroprotectores que se encargarán de mantener en buen estado la articulación.
- Debemos procurar una cama con buena absorción del peso, hoy en día existen camas ortopédicas y viscoelásticas para nuestros perros.
- Mantener un peso corporal óptimo para reducir la carga de las articulaciones.
- Realizar ejercicio ligero y constante, el movimiento no sólo ayuda a mantener el peso, sino que ayuda a conservar la masa muscular, y además a movilizar toxinas y sustancias de deshecho.
- Protegerlos del frío, no dejar a la intemperie, evitar exposición a la humedad.
- Realizar fisioterapia y rehabilitación siempre que sea posible.
- Consultar a tu veterinario por los tratamientos de última generación para el control del dolor. Vivir con dolor es evitable, de la misma forma que tú no deseas vivir con dolor crónico ellos tampoco.